Friday, September 09, 2005

 

Hoy aparece en El Mercurio la noticia de que el Fiscal Schilling solicitará una pena de 61 días de presidio menor, una multa de 2 UTM y la suspensión de la licencia de conducir por 6 meses a la hija de Michelle Bachelet, Francisca Dávalos, quien chocó a un taxi el pasado 20 de agosto, mientras conducía bajó importantes efectos del alcohol (1,8 gr/lt de alcoholemia, siendo el límite 1 gr/lt para constituir delito). Es una oportunidad para ver si en Chile realmente "las instituciones funcionan", como dice nuestro presidente, ya que cualquier hijo de vecino pagaría de esta forma el protagonizar un accidente bajo estas circunstancias. Si no es así, imaginemos que nos espera con esta señora como presidenta.
Si bien cualquiera que sea padre de jóvenes podría verse expuesto a que su hijo, en un carrete, tome más de la cuenta y provoque un accidente automovilístico, estamos hablando aquí de una persona elegida para gobernar todo un país. En Estados Unidos a cada candidato presidencial se le investiga toda su vida, hasta sus amoríos del Kinder, para asegurar al electorado que, una vez hecho del poder, lo ejerza al menos con responsabilidad y haya demostrado virtudes para enfrentar decisiones futuras que pongan en juego a todo un país. Pero aquí en Chile, da lo mismo. Bachelet tiene un desastre de vida familiar, dos hijos de un matrimonio del que nadie sabe qué pasó y otra hija de padre no aclarado, junto con "parejas" de pasado terrorista de las que no le gusta hablar (entre otros temas). Esto, que en el caso de cualquier hijo de vecino no pasaría de ser un copuchenteo de viejas ociosas, acá se refiere a la mujer que puede llegar a dirigir el país, a tomar decisiones sobre la familia (¡), el aborto y otros valores básicos de la sociedad que no andan muy bien por casa, por lo que vemos. Todo esto unido al hecho de no compartir religión alguna (freno y guía moral) con el 90% de chilenos que dice profesar una fe. ¡Pero, qué más da! Para qué nos vamos a fijar en pequeñeces, si Michelle Bachelet tiene una encantadora sonrisa y es tan simpática.
Una sonrisa que ni siquiera perdió durante el accidente de su hija, cuando salió en la portada de LUN con una sonrisa de oreja a oreja junto a ella, mientras retaba a esta malvada prensa chilena porque informaba del asunto, y que la ha tratado tan, tan mal siempre. Y qué le hace tantas preguntas, sobre tantos temas de los que no quiere hablar.¿Por qué no quedarse con su amable sonrisa, y dejar de averiguar acerca de sus proyectos y pensamientos? Con esa simpatía bastará para frenar las siempre presentes ambiciones territoriales peruanas, la odiosidad de Bolivia, la crisis del gas argentino o la delincuencia que agobia a Chile. No cabe duda ¿verdad, compatriotas?

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