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Frente a la muerte de Su Santidad, Juan Pablo II, ocurrida hace exactamente un año, no hay dos opiniones con respecto a su condición de hombre excepcional en sus virtudes y dones, y con serias consideraciones acerca de su eventual santidad .Chile, en particular, le debe muchísimo al Papa, en particular el haber evitado en forma extremadamente oportuna una guerra sangrienta con Argentina, situación tan feliz que se ha dado muy pocas veces en la historia del mundo. Pero, ¿ Chile no le deberá además al Papa una profunda disculpa por hechos ocurridos durante su visita en 1987?.
Cuando digo Chile, no me refiero a los miles de personas que salieron a las calles a recibirlo y aclamarlo, los miles que se reunieron en sus actividades (como el tan subvalorado acto por la familia, en Rodelillo), sino que a la Iglesia Católica chilena de la época, cuyo deseo mal disimulado fue aprovechar la visita papal para un objetivo político, no pastoral, cual era la salida del general Pinochet del gobierno.
Pienso que el Papa, cuando vino a Chile, esperaba encontrar una alegría masiva por la intervención divina, encarnada en su persona, que permitió evitar esta guerra tan buscada por Argentina y que habría desolado al país. Sin embargo, ¿qué encontró, por parte de los organizadores de la Iglesia? Una verdadera trampa, destinada a "usarlo", en el más burdo sentido de la palabra, para "acusar" al gobierno militar, engrandecer sus defectos, negar cualquiera de sus virtudes, convertir al Papa en una pieza más de las campañas internacionales de la Izquierda destinadas a socavar su gobierno y recuperar el poder para ella. ¿Cómo se entiende, si no, el tenor de los discursos dados por "representantes" del pueblo chileno elegidos con pinzas por las autoridades eclesiásticas de la época? ¿La inclusión artificial de Carmen Quintana en el Hogar de Cristo, lugar destinado a personas indigentes y sin hogar, para que tuviera la ocasión de" acusar" al Gobierno? ¿Los cánticos anti Pinochet, alentados por los organizadores, en el Estadio Nacional, antes de la llegada del Papa al lugar? Por eso que se destaca poco lo de Rodelillo, lo de Angelmó, lo de Temuco o Antofagasta, actos que no tuvieron la propaganda política de otros, y que no fueron muy útiles en este sentido, sino que "sólo" fueron pastorales?
La tibia reacción de la jerarquia católica ante los desmanes que organizaron grupos de Izquierda en el Parque O´Higgins, lanzando piedras a los Carabineros para provocar una reacción, no provocó la indignación que la situación ameritaba.
Dado que éstos sectores se dieron cuenta, sin importarles en lo más mínimo la presencia del Papa y que se estuviera beatificando a la primera beata chilena de la historia en ese acto, que la Iglesia chilena de la época les estaba dando puertas abiertas para utilizar esta visita en su propósito político de llevar a una dictadura del proletariado. No olvidemos que la Izquierda es atea, y la Iglesia se la jugó por defender a ultranza a una minoría atea frente a un gobierno católico, con una animadversión observada desde el primer día de este gobierno. Si imaginaramos, en este momento, una teórica nueva visita del Papa a Chile, ¿se machacarían en los discursos ante él la cesantía de 7 años sin variaciones que aflige al país, la inseguridad ciudadana, incluso el divorcio y el aborto impulsados por el actual gobierno de la Concertación? No me cabe duda que, a lo más, habría un cariñoso reproche, una simpática palmadita correctiva, en el tono usado esta vez.
El Papa viajó mucho, a varios paises más de una vez, pero curiosamente nunca volvió a Chile. ¿Acaso el Papa no quería a Chile, no era un lugar especial para él, tras haber recibido de Dios el logro de evitar una guerra inminente? Nadie podría afirmar esa barbaridad. Pero el Papa, conocedor a fondo de las tácticas del comunismo (el vivió en Polonia 40 años enfrentandolos para ayudar a sobrevivir a la Iglesia Católica de Cracovia), debe haberse desilusionado mucho de este burdo intento de utilización, de esta ceguera de la Iglesia chilena de la época, no así de la gente que lo recibió y acogió calurosamente, por lo cual pudo, talvez, haber decidido no volver a visitar este país, pese a que los problemas morales actuales son mucho más graves para la fe de la Iglesia que los problemas políticos que vivía Chile a fines el gobierno del general Pinochet. El Papa no era tonto en lo absoluto, pero a la vez era muy diplomático. Conocía muy bien los mensajes de Fátima, donde se advierte de la confusión e infiltración que "la mentira rusa iba a causar en el interior de la Iglesia". La Iglesia chilena de la época no lo había leído bien . Cuando Jesús predicó en Israel del siglo I, país dominado por el yugo y la opresión romanos, ¿qué enseñaba? ¿no era acaso el amor al prójimo como a si mismo, el cumplimiento de los mandamientos, la resurrección tras la muerte, la vida eterna; o bien la inminente necesidad de expulsar a los romanos de Israel ? La única vez que se le interrogó al respecto, dijo : "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".

# posted by cristian @ 8:27 AM