Wednesday, April 15, 2009

 
EL FAMOSO ESCRITOR CESAR VIDAL DESNUDA
LAS MENTIRAS QUE LA PROPAGANDA HA
IMPUESTO ACERCA DE ALLENDE





César Vidal Manzanares (Madrid, 1958) es un famoso y prolífico periodista y escritor español, doctor en Historia, conductor de programas de radio de alta sintonía en España como La Linterna, conductor de programas televisivos y colaborador de diversas revistas; cuenta con la increíble producción de más de 100 libros publicados desde 1987 , principalmente libros de divulgación histórica , temas religiosos y varias novelas históricas que han llegado a ser best sellers de la lengua hispana. Entre ellos destacan El Hijo del Hombre, Artorius, Grandes Procesos de la Inquisición, Los Hijos de la Luz, El Médico del Sultán y, su último éxito en librerias, El Caso Lutero. En 2005 escribió también un libro que analiza aquello de lo que pocos escriben: Paracuellos-Katyn: un Ensayo sobre el Genocidio de la Izquierda, en el cual analiza la olvidada y sofocada (por la propaganda izquierdista) tendencia histórica de esta fuerza política hacia la destrucción física de sus enemigos, adjudicándole siempre la culpa a otros.
César Vidal cuenta con varios méritos, ha recibido premios por su defensa de los derechos humanos (no provenientes de asociaciones de izquierda, sin duda) y tiene un perfil atípico no sólo por su prolífica obra, sino que por su claro compromiso religioso cristiano en su calidad de protestante que no duda en expresar, asi como su claro compromiso con las ideas de derecha, de las cuales es uno de los principales intelectuales referentes en la España actual. En una época en que la Derecha calla y se muestra tímida a la hora de mostrar y promover sus incuestionables valores morales, César Vidal se muestra por el contrario claro y convencido , entusiasta y contundente en su defensa.
En 2006 escribió otro de sus libros, "Mentiras de la Historia...de uso Común"(editorial La Esfera de los Libros), en cuyas casi 300 páginas, Vidal ilumina acerca de grandes mentiras históricas de todos los tiempos que la costumbre ha hecho creer que son verdaderas. Fruto de una profunda investigación de fuentes históricas, así como de un estudio exhaustivo de numerosos documentos, César Vidal expone a la luz la verdad de las tergiversaciones y nos acerca a la historia auténtica, la que deshace mitos. Lo curioso es que dedica uno de los capítulos de este libro a desenmascarar uno de los mitos que nos afecta cercanamente como pais : "¿Por qué tuvo lugar el golpe de 1973 en Chile?".
Siendo fiel al titulo del libro, en este capítulo Vidal se sacude de las clásicas mentiras e invenciones propagandísticas que la izquierda ha difundido orbi et urbi , sin oposición proporcional de quienes conocemos cuál fue la verdad acerca del tema, y muestra los hechos de un modo muy objetivo históricamente, tal como sabemos quienes lo vivimos en carne propia y sabemos lo que ocurrió en los nefastos años del experimento de la Unidad Popular.


En la primera parte de su análisis, Vidal presenta una breve biografía de Salvador Allende y de las circunstancias que rodearon la elección presidencial de 1970 que lo llevó al poder. Describe con detalle las conocidas gestiones del gobierno de Richard Nixon para intentar evitar el ascenso de Allende al poder, en el intervalo transcurrido entre la elección y la confirmación por el Congreso Pleno. Los planes Track I o gambito Frei, y Track II o intento fallido de alentar un golpe militar en Chile previo a dicha confirmación se describen con detalle, quedando claro que estos intentos fueron las únicas intervenciones serias destinadas a evitar (no derrocar) el gobierno socialista del agente pagado de la KGB, Salvador Allende. Con eso se desmitifica el hecho de que la salida de Allende y el golpe militar definitivo del General Pinochet obedeció a la acción de la CIA, como insiste la izquierda en imponer como verdad conveniente a sus intereses, sino que al caos institucional y al anhelo vehemente del pueblo chileno de deshacerse de tan mal gobierno que lo llevaba directamente a la guerra civil.

A continuación transcribo los capitulos 2, 3 y 4 de dicho trabajo de Vidal.

El texto original completo se puede encontrar en libertaddigital.com

II. De la presidencia al inicio de la revolución

Con un Gobierno de quince miembros de los que cuatro pertenecían a su partido socialista y tres al comunista, Allende inició su “vía chilena hacia el socialismo”. En el área agraria aceleró el proceso reformador iniciado por Frei y procedió a expropiar un millón cuatrocientas mil hectáreas en los seis primeros meses de mandato. En la laboral, el salario mínimo aumentó en un treinta y cinco por ciento. Al mismo tiempo, el 12 de noviembre el Gobierno anunció que desistía de las acciones legales emprendidas por delitos contra la seguridad del Estado, lo que benefició especialmente a los terroristas de extrema izquierda del MIR. El 21 de diciembre de 1970, Allende propuso una enmienda constitucional que autorizaba la nacionalización de la industria chilena del cobre. La medida podía ser acusada —y así fue— de intento de marxistizar al país pero la verdad es que la nacionalización había sido acariciada por otras fuerzas políticas chilenas. De hecho, Frei había logrado en 1969, mediante pactos con las multinacionales, la devolución de una parte de la riqueza minera y el demócrata cristiano Radomiro Tomic también había anunciado en su programa la nacionalización total.

Partiendo de esta base no resulta extraño que la enmienda para la nacionalización del cobre fuera aprobada por unanimidad por el congreso chileno —un congreso en el que Allende estaba en minoría— el 11 de julio de 1971. La expropiación fue acompañada de compensaciones de las que se excluyó a la Kennecott y a la Anaconda por los beneficios obtenidos en el pasado.

El 31 de diciembre, Allende anunciaba su proyecto de nacionalización de la banca y en enero de 1972 creó los tribunales populares siguiendo el modelo cubano, a la vez que indultaba a los terroristas de extrema izquierda. Cuando el 5 de febrero, anunció que no era el presidente de todos los chilenos no fueron pocos los que le dieron la razón temerosos —o jubilosos— de que Allende fuera un Castro chileno.

Las medidas de Allende eran dudosamente legales y, desde luego, su gestión no incluía contener a los que desbordaran el marco constitucional si su impulso era de izquierdas. Cuando el 2 de marzo de 1971, el MCR, rama del MIR, acusó de burguesa a la reforma agraria y realizó un llamamiento para ocupar las fincas sin reserva ni indemnización, Allende no se opuso e incluso el 17 del mismo mes comentó en una entrevista a Regis Debray que para llevar a cabo sus planes estaba dispuesto a reformar la justicia. El anuncio no pudo ser más oportuno porque sólo dos días después la Cámara de diputados dictaminó que la manera en que Allende estaba llevando a cabo la nacionalización de la banca era contraria a la ley. Al control de la banca y de la justicia, Allende quería sumar el de los medios de comunicación. Durante ese mismo mes de marzo, la asamblea de periodistas de izquierda solicitó la nacionalización de la prensa y en septiembre de 1971, el Gobierno vetó la extensión de los canales de TV a provincias.

Si la libertad de expresión y la independencia de la justicia estaban claramente amenazadas no podía suceder menos con la propiedad privada. En mayo, el Gobierno de Allende dio un nuevo salto revolucionario —e ilegal— al promulgar el “decreto de requisición de empresas textiles” y sancionar la ocupación de fábricas por parte de los trabajadores sin ningún tipo de trámite legal. A mediados del mes siguiente, Eduardo Frei instó a Allende a que disolviera las bandas armadas mientras la justicia invalidaba una tras otra las medidas tomadas por el Gobierno. Por supuesto, el presidente no escuchó ninguna de las voces embarcado en un proceso abiertamente revolucionario que en septiembre se caracterizó sobre todo por la ocupación violenta de fincas agrícolas.

Aparte del descoyuntamiento del orden constitucional y de un verdadero caos social, las medidas de Allende tuvieron entre otras consecuencias que la ayuda del Banco Interamericano de Desarrollo se redujera en un noventa y cinco por ciento y el Banco Export-Import, que previamente había autorizado créditos, los suprimiera por completo. Además se bloqueó la venta de repuestos y herramientas destinadas a los medios de producción, con lo que en pocos meses los vehículos que no podían circular por esta razón ascendían a varios millares. Por si fuera poco, el precio del cobre en el mercado internacional se redujo a la mitad. La inflación ascendió a un ciento sesenta por ciento (la más alta del mundo industrializado) y corrió en paralelo con una espantosa escasez de bienes alimenticios y de consumo que al intentar controlarse desde una mayor intervención estatal tan sólo provocó el florecimiento del mercado negro. La reacción popular ante un sueño convertido en espacio de tan pocos meses en pesadilla no se hizo esperar.

En diciembre de 1971 se produjo en Santiago la denominada “marcha de las ollas vacías” en el curso de la cual cinco mil amas de casa de clases altas y medias recorrieron Santiago protestando por la carestía y después haciendo ruido con cucharas y perolas ante el despacho del presidente. Era sólo un anticipo de lo que le esperaba al gobierno de la UP al año siguiente.

En 1972, las huelgas y las manifestaciones anti-allendistas se multiplicaron erosionando poderosamente al Gobierno. Sus protagonistas eran decenas de miles de ciudadanos de a pie a los que la crisis económica estaba empujando a una situación desesperada. Ése fue el caso de los mineros de la mina de cobre de Chuquicamata o del carbón, de los envasadores de refrescos, de los fabricantes de electrodomésticos o de los cincuenta mil propietarios de pequeños comercios de Santiago cuya manifestación en agosto concluyó de manera violenta. En paralelo, proseguían las ocupaciones ilegales de fábricas y el MIR se consideraba tan fuerte como para enfrentarse a tiros a las unidades de policía. Por si fuera poco, el 30 de agosto, Allende afirmó en un discurso que “la juventud debe poner atajo a los fascistas” y que “si hubiera una guerra civil la ganaríamos”.

La escalada de las huelgas llegó a su punto álgido cuando, unos días después de la requisa ilegal de seis fábricas (cuatro de aceite y dos de textiles), temerosos de una nacionalización del transporte, los miembros de la Confederación chilena de propietarios de camiones fueron a la huelga el 10 de octubre. Los comercios cerraron al no recibir los bienes de consumo y las fábricas por falta de materias primas. Al mismo tiempo, el transporte se colapsó. En la práctica, la huelga significó la paralización del país. Allende respondió enérgicamente al desafío decretando la ley marcial en un área de quinientos kilómetros en torno a Santiago y estableciendo una precaria red de transporte basada en camiones militares. Al ser declarada sediciosa la huelga, fueron asimismo detenidos los dirigentes sindicales. El Gobierno había recuperado el control y Allende se sintió lo suficientemente fuerte como para realizar en diciembre de 1972 un viaje oficial por México, la URSS, Argelia y Cuba, donde afirmó su identificación con las dictaduras comunistas. Ésta llegó a ser tan considerable que la misma URSS temió las consecuencias. En documentos recientemente desclasificados aparece la reticencia del embajador soviético en Chile a secundar los planes de Allende para crear una Cuba en los Andes, fundamentalmente por los costes que la dictadura de Castro ya significaban para la URSS. Con todo, los créditos y ayuda militar recibida de la dictadura comunista por Allende fueron muy considerables.

La política de Allende y la oposición cada vez mayor contra la misma tuvieron como consecuencia una rápida polarización de la opinión pública. Mientras amplios sectores de izquierdas la apoyaban —considerando que había que mantener la lucha contra el imperialismo y las clases altas—, no es menos cierto que otros fueron adoptando una actitud acentuadamente contraria. Incluso muchos reformistas se preguntaban si había sido sensato en tan breve plazo aumentar el salario mínimo en un treinta y cinco por ciento, si era posible esperar inversiones cuando se acosaba a terratenientes y empresarios, si podría esperarse ayuda internacional cuando se expropiaban las compañías norteamericanas y, sobre todo, si era tolerable que la democracia chilena estuviera siendo sustituida a ojos vista por una dictadura como la cubana.


III. Los últimos pasos de la revolución de Allende

Dado que todos los sondeos electorales preveían un fuerte retroceso para Allende, las fuerzas de la derecha llegaron a acariciar la idea de obtener una mayoría de dos tercios que permitiera desplazar de la presidencia al socialista. No faltaban razones para mantener un cierto optimismo al respecto. Pese a todo, los resultados electorales fueron interpretados por muchos como un refrendo de la política de Allende que alcanzó un 43,4 por ciento de los sufragios, es decir, una cifra superior a la que lo llevó a la presidencia de Chile, y un aumento neto de ocho escaños que le situaba muy cerca de la mayoría. A pesar de todo, durante los meses siguientes menudearon los conflictos sociales y en ellos se vieron involucrados crecientemente las fuerzas armadas. A la muerte del general Schneider, Eduardo Frei —aún presidente en funciones— había nombrado como nuevo comandante en jefe de las fuerzas armadas al general Carlos Prats, un militar convencido como su antecesor de la supremacía del poder civil sobre el militar, y Allende había confirmado el nombramiento al acceder a la presidencia e incluso lo envió a la URSS para negociar los términos de un acuerdo con Aleksei Kosyguin.

No resulta extraño que en aquellos momentos, Prats era el blanco de las iras del sector del ejército que se iba desplazando cada vez más en favor de una solución armada. El 22 de agosto, las esposas de trescientos oficiales se manifestaron ante la vivienda de Prats para mostrar su repulsa por el apoyo que había estado proporcionando a Allende hasta la fecha. Prats tardó apenas veinticuatro horas en dimitir convencido de que un importante segmento del ejército ya no obedecería sus órdenes. Le sustituiría el general Augusto Pinochet.

La situación que atravesaba el país era tan tensa que cuando a finales de junio de 1973 el diputado socialista Mario Palestrero afirmó que la UP estaba formando milicias para practicar “la violencia revolucionaria” y que, en su momento, irían “al barrio alto y los que serían fusilados no iban a ser obreros ni campesinos” la tensión aumentó más. El 23 de agosto, la Cámara de diputados aprobó un proyecto de acuerdo que invitaba a Allende y al Gobierno a “restituir la normalidad democrática del país” y poner “término a todas las situaciones de hecho que infringen la Constitución y las leyes”. Una vez más, Allende desoyó la voz de la legalidad.

Cuando el último día de agosto el colegio de abogados emitió un informe señalando que, de acuerdo con el artículo 43.4 de la Constitución, Allende está incapacitado para el ejercicio de su mandato, la respuesta fue fulminante. Allende pensó en convocar un referéndum para el 11 de septiembre y en el caso de que la mayoría de los sufragios se inclinara por él, disolvería el Congreso y convocaría unas nuevas elecciones. La solución era inaceptable en la medida en que desbordaba totalmente la Constitución, pero hubiera proporcionado a Allende siquiera una apariencia de legitimidad para continuar manteniendo las riendas del Gobierno en sus manos. Frente a esa salida iba a encontrarse con la resistencia del ejército.

Una serie de circunstancias especiales iban a favorecer la puesta en funcionamiento de un mecanismo que abortara la revolución de Allende. La principal, sin lugar a dudas, era que septiembre era un mes en el que las fuerzas navales chilenas y norteamericanas llevaban a cabo unas maniobras conjuntas denominadas “Operación Unitas”.


IV. El golpe

Con ese telón de fondo, los militares partidarios del golpe no sólo podrían movilizar a sus fuerzas sin provocar sospechas sino que además contarían con la ayuda directa de Estados Unidos.

El domingo 9 de septiembre anclaron en la región más septentrional del país diversos navíos de guerra norteamericanos. Aquella noche el general Augusto Pinochet, comandante en jefe del ejército; el general Gustavo Leigh, de aviación, y el vicealmirante José Toribio Merino, al mando de la zona naval de Valparaíso, se intercambiaron una nota en la que se señalaba como día D el martes a las 6 de la mañana.

El lunes 10 de septiembre, a las cuatro de la tarde, un conjunto de barcos de guerra chilenos abandonaron Valparaíso en dirección a cuatro navíos norteamericanos anclados frente a la costa del país. Apenas unas horas más tarde, el convoy aprovechó la oscuridad de la noche para regresar al puerto. El desembarco de las tropas golpistas fue seguido por el control de las comunicaciones, la detención —en arresto domiciliario— del almirante Moreno y el confinamiento de sospechosos en los barcos. Hacia las tres de la madrugada Valparaíso estaba firmemente en manos de los rebeldes. La acción de Valparaíso tuvo paralelos en todo el territorio nacional. Una tras otra, las regiones militares se sumaron a la ejecución del golpe deteniendo o ejecutando desde las primeras horas a las personas que se consideraba sospechosas de allendismo. La resistencia fue muy débil en todo el país si exceptuamos Santiago.

En este caso, la oposición al golpe derivó directamente del propio Allende. Despertado poco más tarde de las seis de la mañana por las noticias de que las fuerzas militares se dirigían hacia el palacio de la Moneda, inmediatamente se aprestó a defenderlo. A las siete, llegó al enclave con su guardia personal —veinte hombres— y telefoneó a su esposa para indicarle que seguramente no volverían a verse. A las nueve, aprovechando que dos de las veintinueve emisoras de radio de Santiago no habían caído en manos de los golpistas, se dirigió al pueblo de Chile por última vez. En este mensaje final insistió en su respeto continuo a la Constitución y las leyes y deploró la traición de los militares a su juramento de lealtad. En el mismo se dejaba traslucir también que no esperaba detener el golpe pero que confiaba en la tendencia de la Historia hacia el progreso y en la imposibilidad de detener los procesos sociales.

Allende estaba obviamente decidido a convertirse en un mártir pero los golpistas no deseaban otorgarle esa baza final. Apenas unos minutos después de que concluyera su proclama, Allende recibió la llamada del vicealmirante Patricio Carvajal ofreciéndole la salida del país para él y su familia si se rendía de manera inmediata. Allende se negó con una firmeza absoluta y los golpistas emitieron un comunicado señalando que el palacio de la Moneda sería atacado por la aviación a las once del mediodía. En realidad, la incursión aérea tuvo lugar apenas unos minutos antes de la doce y fue realizada por dos Hunter Hawk. A continuación, el Regimiento de blindados número 2, el mismo que el 29 de junio había intentado derribar a Allende, atacó el palacio. Lo que se produjo entonces fue una defensa suicida del presidente socialista y cuarenta y dos leales a varios centenares de soldados que contaban con apoyo de blindados y de aviación. Como señalaría después su amante, la comunista conocida popularmente como la Payita, y su médico personal, Allende se suicidó. Así acababa el experimento de creación de una Cuba andina.
Las razones de su fracaso y, especialmente, del golpe que lo abortó son diversas como hemos podido ver. Por un lado, estuvo la voluntad clara de Allende de aniquilar el sistema constitucional chileno en su vía hacia el socialismo. Con un centro y una derecha que fiaban aún en la vía de la legalidad y que no contaban con milicias armadas —como la UP— Allende hubiera podido consumar sus proyectos de mediar dos condiciones de carácter internacional como eran la abstención de Estados Unidos y el apoyo decidido de la URSS. Sin embargo, en 1973 Estados Unidos no estaba dispuesto a tener un nuevo Castro en el continente y la URSS tenía ya demasiados problemas internos como para aceptar una nueva hemorragia como la cubana. Así, a diferencia del dictador cubano, Allende se vio solo frente al ejército sin haber podido articular una fuerza armada suficiente (como la que había estado al servicio de Castro). El resultado fue el triunfo del golpe, la terrible represión subsiguiente y la creación de una dictadura que, al fin y a la postre, y también por razones internacionales, se autoconcluiría dejando paso a una transición democrática.

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Comments:
César Vidal lo comparan con Isaac Asimov debido a lo prolifero de su producción literaria.

Yo encuentro que exagera eso "la terrible represión subsiguiente", represión fue la lucha contra el terrorismo.
 
¿Dónde lo compraste?
 
bastante cosas, pero se le olvido decir que la dc al mando de alwyn y frei montalva presionarion por el pronunciamiento militar.


también la parte de la "dictadura" que habla.


como se gesto todo esto en general lo encuentro bastante bueno, de todas formas va este libro al público europeo que ha estado bastante sesgado de las cosas que pasan fuera de ese continente.


un ejemplo que quizás me salga un poco del tema y es como para hablar mas adelante, es como a bush siempre le criticaban por no haber firmado el acuerdo de kioto, pero si uno lee el acuerdo (incluso los resúmenes de éste) se dará cuenta de que es un verdadero chiste, y que la decisión de no firmarlo fue una actitud bastante consecuente.
 
Javier: Este libro, "Mentiras de la historia ...de uso común", de Editorial La Esfera de los Libros, 288 paginas, es muy bueno, pero a la vez muy caro. Vale $ 27.000 en la Libreria Antártica,
Algunos articulos muy buenos de este libro, como el de la "caza de Brujas2 de Mc Carthy, se pueden leer en Libertadigital.
 
Gracias por el dato. Tienes un joya en tu casa. Bien Vale. Supongo que en España costará la mitad.

Desde luego, los críticos literiarios del 'Mercurio' no lo van a comentar.
 
Hola! Gracias por la invitación, feliz de leerte.

Pues este es un tema más o menos complicado.

Creo que el Golpe, o el Pronunciamiento como se dice en mi familia, era total y completamente necesario y solo se antepuso a una guerra civil desatada, lógicamente, por la inoperancia del Gobierno y sus partidos afiliados para gobernar. Eso es obvio.

Ahora bien, no justifico en absoluto los crímenes contra los DD.HH. Ese es un tema que oscurece el gobierno militar, pero si tuviese que elegir entre Allende y Pinochet, teniendo en cuenta todas las consecuencias que esto trajo, la respuesta final sería obvia: Elegiría a Pinochet.

Saludos.
 
Es bueno que alguien cuenta la real historia, pero dudo de que sirva de algo la gente sigue creyendo en la izquierda, por eso han elegido cuatro gobiernos seguidos y tal vez venga el quinto por como han ido evolucionando las encuestas. No entiendo la fasinación de este continente por la izquierda, si por ejemplo vemos que el país del mundo que no tiene una izquierda es el más desarrollado y que el imperio que gobernó la izquierda cayó desastrozamente y los paises que eligen el socialismo no avanzan. Entonces cuál es la lógica de la política.
En cuanto a la represión que habla el libro, ésta fue tal, que todos los miembros del GAP que dispararon a matar contra los militares, están vivos, cuando según la lógica de la izquierda todos ellos debieron ser fusilados ahí mismo.
Es claro que hubo represión y eso en sí es malo, pero fue leve y mínima para el contexto de guerra fría que vivía el mundo, que fue una guerra horrible, pero por la amenaza hacia la libertad y la vida que significaba el marxismo .
 
Felipe:
Cuando escribes "Ahora bien, no justifico en absoluto los crímenes contra los DD.HH.", te digo que caes en la lógica y discurso de la izquierda, pues ésta violó los DD.HH., en la Unidad Popular y desde luego los terroristas del Mir. ¿Acaso la vida de unos más importantes que la de otros? Además, tampoco consideras las muertes provocadas por el terrorismo durante el gobiernos. ¿No se consideran una violación a los DD.HH? Cuando la izquierda no justificar, ellos están justificando su violencia.

El hecho de provocar una guerra y el terrorismo, la izquierda no siente como si tuviese una mancha oscura. Al contrario, se sienten orgullos, pues los culpables son los otros.El Gobierno Militar no tiene ninguna mancha oscura.
 
Maxtrix y Jesus: es cierto que el análisis de Cesar Vidal puede tener algunas falencias, pero es un gran mérito que un autor famoso y leído como él tenga el valor de enfrentarse a la cómoda posición de aceptar a pie juntillas la propaganda izquierdista, y de a conocer a Europa y al mundo algo que en el extranjero se desconoce totalmente, la realidad del gobierno de Allende. SE une a otros grandes escritores extranjeros que se esfuerzan porque allá se conozca la verdad, tales como Mario Spataro y Phillippe Chesnay, cuyas obras analizamos en otros posts.
Jesuis, creo que la gente vota simplemente por emociones, no por lógica.
or eso a veces pienso que la democracia y el voto en manos de gente asi es como una pistola cargada en manos de un niño que no la sabe usar. Puede causar mucho daño a quien la manipula o a los demás.
La democracia es algo muy serio como para entregarsela al pueblo, lei por ahi. Tiene sentido.

Felipe: bienvenido. Me alegra que, pese a la indiscutible distorsión de la verdad del 73 vigente entre los profesores y textos escolares, mantengas viva la curiosidad y deseo por conocer dicha verdad tal como fue. Revisa, por ejemplo, algunos de mis posts anteriores y podrás profundizar en algunos temas. Felicitaciones por tu rebeldia de espiritu ante la "verdad oficial " impuesta por la izquierda.
 
César Vidal tiene un programa de radio en España. Algo que en Chile falta porque en aras de supuesta diversidad los medios de derecha terminan siendo copados por profesores, periodistas, intelectuales de izquierda.
 
Lo que ocurre es que las violaciones cometidas por la UP durante el Gobierno de Allende no salen en los textos escolares y es por eso que ahora muchos adolescentes repudian el pronunciamiento.

Eso tiene que cambiar, pero no será así al menos de que Piñera gane. O por lo menos eso espero.

He creado un nuevo blog

http://laalegrianovino.blogspot.com

Colapsando es algo asi como un diario de vida, este otro será para criticar lo que no me paresca.

Saludos!
 
Mi querido Cristián, esto si que es una bomba, es lo que venimos diciendo hace tiempo, una verdad palpable que la izquierda trata descaradamente de ocultar y cambiar, así que con tu permiso y tu venia me lo llevo a mi blog.
Un abrazo.
 
He creado un nuevo blog

http://laalegrianovino.blogspot.com

Colapsando es algo asi como un diario de vida, este otro será para criticar lo que no me paresca.

Saludos!
 
hay que comentar la ultima de castro: Obama le dio que si mejoraba los dd.hh. en su isla podría haber levantamientos paulatinos de las restricciones a cuba.

La respuesta de castro a lo que dijo obama fue cortar todas las conexiones de Internet de la isla.


Y aquí otra demostración de lo que son los hnos. castro y la izquierda ¿donde quedo la libertad de expresión que tanto defienden?
 
Cococita: gracias por reproducir este post en tu blog, aunque seguramente será destrozado por los comentaristas opositores que han tomado el control del mismo.

Maxtrix: a Cuba no le interesa en lo absoluto mejorar la situación interna de sus DDHH, ya que nadie se lo exije y a la mayoría de los paises americanos, en manos de gobiernos socialistas, así como a la prensa internacional (en las mismas manos) no les interesa en lo más mínimo la situación de dichos DDHH en Cuba. Actitud radicalmente opuesta al martilleo incesante de la prensa mundial contra Chile por el mismo tema en los 70 y 80.
Un doble standard de mierda.
 
Matrix, la verdad es que nunca ha habido ni habrá libertad de expresión en la isla....
Cristian, si te has fijado, ahora sólo leen asi que dudo que opinen... jejejeje...
 
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