Monday, December 10, 2012

 
HONECKER, EL ANFITRION DE BACHELET, Y LA
ALEMANIA COMUNISTA, VENDIERON ENFERMOS
PARA EXPERIMENTACION

En una noticia publicada hoy en un apartado rincòn de la página  Terra.cl de hoy 10 de diciembre a partir de una información publicada por el diario español El País, se revela que la Alemania comunista de Honecker, siguiendo tranquilamente el ejemplo de Mengele y otros nazis, vendió  enfermos a laboratorios occidentales con fines de experimentación médica, con el fin de obtener divisas para la fracasada economía comunista en los años 80.
No cabe duda de que no habrá en Chile periodistas interesados en dirigirse a la casa de la repugnante perra asesina esposa de Honecker, Margot, nunca arrepentida de sus acciones impunes como cogobernante de la ex Alemania comunista y quien vive tranquilamente en Chile, para pedirle explicaciones acerca de esta noticia, asi como a nadie se le ocurrirá importunar al presidente del PC chileno en su aniversario numero 100 de muertes, violencia  y sufrimiento, o a la huèsped y protegida de Honecker, Michelle Bachelet, quien jamás  ha criticado a dicho régimen ni sus violaciones de DDHH, ni a otra ilustre huésped de dicho regimen como Angela Jeria, para pedirle su opinión acerca de esta noticia.
La noticia es publicada asi:
"Un documental revelo que la desaparecida República Democrática de Alemania (1949-1990) vendió a Bonn varios miles de prisioneros para que se experimentara con ellos, debido a la falta de divisas occidentales.
Según publica el diario El País, un documental de los periodistas Stefan Hoge y Carsten Opizt, llamado Test und Tote (Test y muerte) emitido la última semana por la primera cadena de televisión pública, ARD, el régimen dirigido por Erich Honecker (1971-1989) alentó a su elite médica para que traficara con seres humanos, que eran ofrecidos como conejillos de Indias humanos a empresas farmacéuticas de la RFA y de Suiza.
Desde 1983, varios cientos de enfermos crónicos fueron utilizados por empresas como Sandoz y Hoechst para probar fármacos que aún no habían recibido una autorización para su comercialización.
Honecker, después de escuchar las quejas de los médicos de su país sobre las carencias en los centros médicos, ordenó a los miembros del Comité Central que diseñaran un programa que hiciera posible captar divisas para modernizar los centros médicos.
En 1983, según el historiador de la universidad de Marburg Christoph Friedrich, un grupo de médicos de clínicas escogidas recibieron la autorización para utilizar a sus pacientes para realizar pruebas con medicamentos no autorizados. Las clínicas ofrecían a las víctimas por unos 2.200 euros actuales.
Una de las víctimas fue Gerhard Lehrer, que estaba hospitalizado en Dresden a causa de un ataque al corazón. Después de ser dado de alta, el estado de salud de Lehrer empeoró y su médico personal le exigió que devolviera el medicamento que había recibido. El enfermo se negó. Lehrer murió un año después, pero su viuda conservó la cajita roja que contenía las cápsulas de color rojiblanco que le habían administrado.
Hace dos años, una cadena regional de TV informó por primera vez sobre el comercio de seres humanos en esa época. La viuda contactó con la emisora y entregó las cápsulas, que fueron analizadas por un laboratorio. El resultado alertó a la comunidad científica: las pastillas no contenían un fármaco apropiado para combatir las enfermedades del corazón, sino un placebo.
Un número de serie en la cajita roja sirvió de pista para los dos periodistas que no tardaron en descubrir en los archivos del Ministerio de Salud de la RDA sendas carpetas que contenían información sobre los test con medicamentos. Gerhard Lehrer, por ejemplo, había recibido el fármaco Ramipril, utilizado para bajar la presión sanguínea y fabricado por Hoechst.
El negocio entre las clínicas de la ex RDA y los consorcios farmacéuticos estuvo reglamentado a través del Ministerio de Comercio de la Alemania comunista y según la documentación obtenida por los dos autores del documental fue floreciente. “Creemos que unas 1.500 personas fueron utilizadas por consorcios occidentales para probar sus nuevos fármacos”, declaró a El País Stefan Hoge, uno de los dos autores del documental.
Un “paciente” fue Hubert Bruchmüller, a quien le descubrieron una insuficiencia cardíaca que puso fin a sus aspiraciones de convertirse en atleta. El enfermo recibió el medicamento Spirapril, de Sandoz. Durante su permanencia en un hospital en Lostau, cerca de Magdeburgo, seis de los 17 afectados que fueron tratados murieron, un balance que convenció a Sandoz de suspender los test. Bruchmüller sobrevivió gracias a la caída del Muro, que obligó a las autoridades de salud de la RDA a poner fin al programa.
Los autores del documental lograron localizar al médico Johannes Schweizer, quien recetó a Gerhard Lehrer las cápsulas que contenían Ramipril y que actualmente trabaja como catedrático en la Universidad de Chemnitz. “Es cierto. Tratamos a estos pacientes y siempre se trataba de vida o muerte”, confesó Lehrer.

Comments:
Macabro. Además lucraban.
 
Ahora enmende el link. Ahora lo puedes ver.
 
Cristian. Leí la noticia, es demencial pero esperable en los comunistas, después de todo, ellos aseguran que el hombre es solo materia.

¿En eso consiste el paraíso en la tierra?.

 
A decir verdad, no es nada de extrañar una conducta asi viniendo de un régimen comunista, es hasta esperable considerando su desprecio ideológico por la dignidad y vida humana.
Lo aberrante es el silencio cobrade de los medios, los mismos que no vacilarían en criticar (con razón, pero haciendo gala de un descarado doble standard) a los atrocidaees nazis.
 
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