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Dentro de ellas, se establecia su título perpetuo y hereditario de Gran Almirante, Virrey y gobernador general de todas las tierras descubiertas; 10% de las mercancías que se obtuviesen en la expedición por vía de comercio, y 8% de las empresas comerciales que se establecieran. Salvo el primer título, que Colón conservaba, los demás le habían sido retirados tras su juicio durante su tercer viaje; y los beneficios económicos no le habian sido entregados. Para peor, Isabel La Católica, la única que reconocía el valor de su descubrimiento y su rentabilidad futura, moría el 26 de noviembre de 1504, a 19 días de su arribo. El rey Fernando el Católico, cuya corte itinerante Colón seguía a varias ciudades insistiendo en solicitar la entrega de lo acordado, daba vanas promesas a Colón, las que no pensaba en cumplir. Así, en diciembre de 1505, Colón envía a su hermano Bartolomé y a su hijo Hernando a entrevistarse con el rey , y luego, con grandes dolores físicos, viaja a Segovia en febrero de 1506 en una mula ensillada, privilegio reservado a mujeres y clérigos en la época, ya que sus dolores articulares no le permitían cabalgar ni escribir con fluidez. Sigue luego a la comitiva a Burgos y a Valladolid, donde espera la llegada de los nuevos reyes de Castilla, Felipe el Hermoso (a quien también le envía una carta reclamatoria) y Juana la Loca, quienes se encontrarían con Fernando en dicha ciudad. Sin embargo, viéndose morir, el 19 de mayo redacta un testamento ante el escribano real Pedro de Hinojedo, legando sus bienes actuales y pendientes a su primogénito Diego, para fallecer al día siguiente, sin ver concretadas sus aspiraciones económicas. Se ignora el lugar exacto de su lecho de muerte, dentro de la ciudad.

Fue enterrado al parecer (y aquí comienzan una serie de enigmas posteriores a su muerte)en una capilla del enorme Monasterio de San Francisco de Valladolid, destruído en 1837 y ya inexistente; hoy día, bajo una actual calle importante de la ciudad. Habría estado allí hasta 1509 o 1513, fecha en la que sus restos fueron trasladados a Sevilla a petición de sus hijos que vivían allí con él, y encontró una nueva morada transitoria en una capilla del Monasterio de Santa María de las Cuevas (La Cartuja). De acuerdo a los propios deseos del Almirante, que pidió ser enterrado en tierras americanas, en 1537 su sarcófago y el de su hijo Diego fueron llevados a la Catedral de Santo Domingo, Rep. Dominicana. Permaneció allí hasta 1795, año en que, tras una invasión francesa a la isla, las autoridades españolas lo trasladaron a La Habana, Cuba, aún colonia española, donde permaneció casi un siglo.

Tras la guerra entre España y EEUU de 1898, y habiendo la primera perdido Cuba, los restos fueron llevados de vuelta a España. Se construyó en 1900 un monumento en el interior de la Catedral de Sevilla para albergarlos, y como Colón manifestó su deseo de no ser enterrado en suelo hispano, por lo ocurrido con su patrimonio prometido y no cumplido, se colocó el sarcófago a cierta altura del suelo.

Tumba de Colón en la Catedral de Sevilla

Desde el 2002, un grupo de profesores españoles, dirigidos por Marcial Castro, está buscando identificar, mediante ADN, dónde están los verdaderos restos de Colón y su verdadero origen, aunque no se descarta que estén repartidos en diversos lugares antes nombrados.

No cabe duda del enorme aporte de Colón y su constancia y fe en sus ideas, que regaló al mundo otras civilizaciones. Si bien aun se escuchan voces, sobre todo -era que no- socialistas, que lamentan el descubrimiento de América y la prédica del Evangelio por estos lados, no cabe duda que, sin ignorar los avances notables de algunas de sus civilizaciones y la avaricia posterior de muchos conquistadores, el saldo es favorable. No así para los nostálgicos de, por ejemplo, las matanzas de hasta 20 mil soldados enemigos diarios que realizaban los sacerdotes aztecas en lo alto del templo Mayor de Tenochtitlán, con extracción cruenta del corazón incluída, y lanzamiento de los cuerpos pirámide abajo para que el pueblo azteca pudiera devorarlos ritualmente. Todo esto, para ofrendar sangre humana y evitar que el sol no volviera a salir nunca más por el Oriente. Esta creencia fue reemplazada por una religión que predica el amor y prohibe cualquier sacrificio ritual, humano o animal ¿es el haber impuesto esto último más terrible e indeseable que las costumbres aztecas, o es el secreto anhelo de todo socialista esto de las ejecuciones masivas de prisioneros indefensos?

Colón no murió tal vez tan pobre ni abandonado, al menos por su familia, pero sí ignorado, no reconociéndose en ese momento sus méritos, bastante enfermo y con mucho menos que legar a sus hijos de lo que él legó a la humanidad. Es una historia repetida esta del fin de Colón. Y no hay que remontarse 500 años atrás ni viajar hasta España para encontrar casos parecidos; basta con ver, por ejemplo, como Chile paga a aquéllos que lo hicieron realmente grande y le permitieron dar un salto histórico a las puertas del desarrollo, del que hoy muchos profitan.

# posted by cristian @ 10:49 AM