cuidado por quien votas

¿ QUIENES FUERON LOS QUE SALIERON A FESTEJAR AYER?




De no haber sido por Pinochet, esta clase de gente hubiera estado
al mando del pais en 1973 .Hoy son vándalos; ayer podrían haber sido gobernantes.
¿qué habrían hecho con todo el poder en sus manos?



¿De quienes son estas banderas? La foto muestra que, antes que chilenos,
los festejantes de la muerte de Pinochet se sienten PS, PC o del FPMR.
Pocas banderas chilenas.

Aunque ustedes no lo crean, esta gente festeja la muerte de una persona, no un triunfo deportivo que nos una a todos los chilenos. Y hablan de reconciliación ..

Ayer 10 de diciembre, cerca de 5.000 "chilenos" (de una población total de 5 millones de habitantes que tiene Santiago y alrededores) salieron a festejar con gritos, música y champaña, una muerte: la del General Augusto Pinochet. Saltando, bailando, gritando consignas llenas de odio, fueron protagonistas de un espectáculo curioso desde el punto de vista sociológico: gente en su mayoría joven, que no había ni siquiera nacido durante el período en que Pinochet gobernaba Chile, enarbolando banderas rojas del Partido Comunista, del Partido Socialista, de grupos terroristas responsables de algunas muertes como el MIR y el FPMR, del apóstol del odio Che Guevara, y, ocasionalmente, entre medio, algunas escasas banderas chilenas. Su alegría se debía a la muerte de un anciano de 91 años, perseguido con ensañamiento por los tribunales que nunca pudieron demostrarle fehacientemente nada (no hubo sentencia en 8 años de investigaciones), alejado del poder hace 16 años y de la actividad pública hace otros tantos, es decir, sin ninguna influencia práctica en la vida política y diaria actual de esas personas.

¿Qué los movía entonces a celebrar? Un sólo sentimiento: el odio.

El odio intenso y difuminado que, según el Che Guevara, debía dominar las acciones del nuevo hombre de izquierda. Un sentimiento corrosivo que pasa a llevar o utiliza convenientemente a la religión católica, la democracia occidental, los derechos humanos acomodaticios, en fin, cualquier cosa les que sea útil para la implantación del odio como energía básica y justificadora de la toma del poder.
El problema es que la alegría y la satisfacción que deriva del odio, si bien es intensa mientras dura, es a la vez muy corta. Una vez consumidas las champañas, gritado groserías e insultos contra el ser odiado, contado chistes oportunos para la ocasión, viene una triste y prolongada resaca: la resaca del odio. Viene el amanecer del día siguiente, viene la frustración lenta que se instala al tener un vacío de odio, una sensación desesperante de que, si no se sigue odiando a algo o a alguien, su vida está vacía. Es una inquietud dificil de llenar, en especial si la persona a quien más se dirigía su odio (por haber interrumpido un camino seguro y programado hacia una dictadura marxista, más que por las víctimas de los derechos humanos, la que habitualmente es esgrimida como la aparente real causa de este odio) ha desparecido de su alcance físico y ocupa una inalcanzable posición trascendente. Como por decreto partidista, hace mucho tiempo se les prohibió a esta gente perdonar ("ni perdón ni olvido"), no pueden siquiera, aunque algunos lo deseen, hacer uso de este consuelo y bálsamo purificador frente al odio que los consume por dentro, sin piedad.
Pero si hasta nuestra presidenta socialista, ha caido rendida ante este sentimiento. No pudo salir a festejar con champaña a las calles (porque aun en estos tiempos sería impresentable dicha actitud de parte suya), pero aporto con su granito de arena, al impedir los funerales de Estado y el duelo oficial tras la muerte de un ex presidente.
¿Piensan algunos que esto no es odio, sino que demanda de justicia? No se equivoquen. Primero, inicialmente, se dijo que el único deseo de los deudos de los Detenidos Desaparecidos era encontrar los restos de sus familiares. Muchos, tal vez, se conformaban con esto, tras haber aceptado la suerte de éstos. Pero no se les permitió quedarse tranquilos: eso no era suficiente en términos de promover el odio y servir de plataforma política de la extrema izquierda para ganar votos con el "programa presidencial del odio". Al encontrar los restos, se les azuzó ahora a pedir "justicia" , pasando por alto leyes vigentes y compromisos, que, como la Ley de Amnistía, favorecían también a los actos terroristas de izquierda cometidos en dicho período, dejando a algunos familiares de militares asesinados sin justicia. Cuando la justicia, pese a todos los tacitos estímulos y "premios" oficiales ofrecidos, no encontró culpas, se continúo imponiendo la "verdad" que les convenía escuchar, aunque las pruebas brillaran por su ausencia.
Algunos afirman con seguridad la frase del día: después de la muerte del General Pinochet, la reconciliación entre los chilenos será posible. Primero que nada ¿la reconciliación entre quienes? ¿Entre ese menos de 5% de chilenos que sufrió algún tipo de abuso en ese gobierno, y el 95% de chilenos que se benefició de alguna forma de la tranquilidad y el auge económico de aquèllos años? ¿Cómo va a haber reconciliación si hay un grupo que no puede dejar de odiar, porque si así ocurriera, dejaría de existir, al caer en abierta contradicción con su principio de hacer política?
La Iglesia católica habla ingenuamente de reconciliación, mientras ve con simpatía y tolerancia ideas políticas que son todo lo opuesto a la doctrina católica; ¿ Acaso estudian 7 años en el Seminario para no ser capaces de distinguir la obra del Demonio de la doctrina de Cristo en este mundo?

En resumen, pobre gente la que ayer salió a festejar. El odio es un círculo vicioso que se retroalimenta de más odio, y la desaparición del ser odiado va a venir seguida, tras la euforia inicial, de un enorme vacío y desesperación ante la ausencia fìsica de la persona odiada. Este círculo sólo se podría interrumpir por el perdón pero, como dije antes, este sentimiento no les está permitido por su "religión" marxista. Porque, sin odio, el marxismo en cualquiera de sus formas, corre el grave riesgo de extinguirse y morir. Y eso no se puede permitir.

Respecto al General Pinochet, estara hoy en presencia de Dios, Creador en el que muchos de los que ayer protestaban no creen. Pero Pinochet era muy católico, sí creía en El, y conocía muy bien la importancia de arrepentirse de lo que hubiera que arrepentirse para salvarse en la vida eterna. El, como nadie, sabía la importancia de hacerlo y conocía lo que había en su propio corazón. Y sabía que, si se arrepentía de corazón frente a Dios de algo que hubiera hecho, Dios lo perdonaría. El problema es para aquéllos que han odiado tanto y no creen en Dios. Aquéllos para quienes la palabra arrepentimiento les suena vacía.
Esos sí estaran en problemas en la vida trascendente.
Este conflicto, iniciado años antes del 11 de septiembre de 1973, con una primera victoria, sólo terminará para siempre .... en el Armagedón, con la derrota definitiva del Mal.