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EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR: UN CUENTO CHILENO
Muchos han escuchado el tradicional cuento de Hans Christian Andersen, el Traje Nuevo del Emperador. Es uno de mis cuentos favoritos, porque, pese a estar dirigido a un público infantil, es excepcionalmente vigente y real para el mundo adulto. Y, pese a ser escrito por un escritor danés, parece un cuento chileno, porque sus personajes y alegorías se ven hoy, a diario, entre nuestro pueblo chileno.
Anoche ví el programa "Tolerancia Cero", de Chilevisión, siempre interesante por el nivel de la discusión y la claridad de los panelistas, en especial Fernando Villegas (será motivo de un blog especial por mi parte);sin embargo, ayer fue Sergio Melnick el que dió el palo al gato, asimilando el cuento que mencioné anteriormente a la situación de Michelle Bachelet. Ella sufre del sindrome del "traje nuevo del rey"
¿qué tiene que ver Bachelet con este cuento de Andersen?
Veamos qué dice el cuento:
En el cuento, un rey dedicado todo el tiempo a probarse y comprar trajes nuevos, y nada más, recibe a un par de tramposos que le ofrecen tejerle un traje especial y único: un traje que sólo podrá ser visto por aquéllos que sean inteligentes y merecedores de su cargo, en tanto que aquéllos tontos e ineficientes no lo podrán ver. Ante esta promesa, el rey les entregó telas y mucho oro a los tramposos, quienes simulan tejer y tejer durante dìas y días. Cuando le entregan el traje, nadie ve nada, pero nadie se atreve a decirlo, y todos hablan maravillas acerca del inexistente traje. Finalmente, el rey sale a lucirlo ante su pueblo, y todos ven que no trae nada sobre sus calzoncillos, pero nadie se atreve a admitirlo pensando que son los únicos que no lo ven. Hasta que un niño grita: "Pero si el rey va desnudo", y entonces, poco a poco, dándose cuenta de la realidad que nadie quería confesar, todos comienzan a reír y dejan al rey pasando su peor verguenza de su frívola vida.
Bueno, ¿quién es quién en Chile? Por ejemplo, el gobierno de Lagos es el traje nuevo del emperador. Alguien empezó diciendo que su gobierno ha sido excelente, maravilloso (como el traje), y todos lo empezaron a repetir para no sentirse disonante de la opinión de los demás: nadie ve al rey (Chile) desnudo: con una cesantía igual que la del inicio de su gobierno, con delincuencia desatada, una reforma judicial que resulta ineficiente para proteger a la población de los delincuentes, escándalos reiterados de corrupción, errores en salud y obras públicas, etc., evidentes pero que muchos no lo quieren ver por miedo a ir contra una "mayoría" aparente y virtual, dirigida por muchos medios de comunicación favorables al gobierno (los tramposos del cuento; empresarios que "aman a Lagos", detrás de estos medios ). Y con Bachelet, lo mismo: el traje nuevo oculta la inexperiencia, ineficiencia, falta de ideas y de curriculum, de discurso, miedo a los debates, de la candidata, que todos reconocen para sí pero, por miedo a parecer misóginos, derechistas, poco caballeros, machistas, no se atreven a decir en público ni a aceptar de palabra (aunque, en el fondo, lo sepan desde siempre en su fuero íntimo).Nos hace falta el niño que grite: "el rey está desnudo", y aliente a todos a reconocer lo evidente. Ese niño podría haber sido, tal vez, la encuesta CEP de la semana pasada: Después de ella, y del evidente nerviosismo en el equipo de Bachelet, aparecieron como nunca críticas a la candidata respecto de aspectos nada nuevos, pero que recién muchos están comenzando a comentar en público, dado que pasó el miedo a que "todos los demás estuvieran viendo el traje del rey, y sólo yo lo viera desnudo". Lástima que tengan que pasar estas cosas para que, en Chile, la gente vea la realidad, y no la aprecien desde el primer momento.